A cada 15 minutos
Cifras mortales
por Yolanda Martínez
Más de 20 millones de embarazadas abortan en el mundo de forma clandestina, jugándose la vida.
De hecho, cada 15 minutos mueren dos mujeres en el planeta (casi 200 al día) por interrumpir su embarazo privadas de la asistencia médica necesaria. Muchas de estas muertes ocurren en países donde el aborto está legalmente prohibido o muy limitado. El 39% de la población femenina mundial soporta leyes que le impiden decidir sobre su cuerpo, que es como decir sobre sí mismas.
La experiencia indica, sin embargo, que las restricciones legales no disminuyen el número de abortos. Sólo los convierten en clandestinos y, por lo tanto, en más peligrosos.
América Latina demuestra la relación que existe entre el estatus legal; la interrupción del embarazo y su impacto en la salud y la mortalidad de las mujeres. Los últimos informes señalan que el 95% de los abortos practicados en esa región son ilegales. La cifra de latinoamericanas entre 15 y 49 anos que mueren por un aborto no asistido es la más alta del mundo: 26 por cada 1.000.
Por otra parte, está más que probado que legalizar la interrupción voluntaria del embarazo no incrementa su número.
Ocurre más bien lo contrario. Los porcentajes más bajos de abortos se dan en zonas donde tienen una razonable cobertura legal y las intervenciones las realizan profesionales en condiciones sanitarias apropiadas.
Holanda -que no tiene restricciones abortivas, cuenta con acceso a anticonceptivos y con los servicios públicos necesarios para abortar sin riesgo- tiene la tasa más baja del mundo. Y en EEUU apenas si mueren el 0,6 de cada 100.000 mujeres que abortan.
No obstante, también en los países desarrollados el futuro se ve incierto si las autoridades políticas y religiosas consiguen convertir en ley de obligado cumplimiento sus creencias personales y decidir sobre el cuerpo y la vida reproductiva no sólo de sus seguidoras, sino de todas las ciudadanas.
Aunque no se bautiza a un embrión ni una embarazada paga dos billetes de avión cuando viaja, proliferan grupos poderosos que opinan que un óvulo es un ser humano hecho y derecho desde el momento que es fecundado, así sea del tamaño de una alubia y sin cerebro.
Cada uno es muy libre de opinar lo que quiera, pero no de imponer sus creencias al vecino como si sus dioses y su fe fueran una verdad universal irrefutable.
Es inaceptable que la posición dogmática de la iglesia católica y otras religiones se confunda con la ética y la legalidad.
Si nos atenemos a criterio tan absurdo, acabaremos aceptando de brazos cruzados que cada año
mueran miles de mujeres por negarse a llevar a término un embarazo obligado y parir un hijo que no quieren tener.
Por ello resulta urgente que la ley garantice el respeto al derecho fundamental de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos, promover la educación sexual y reproductiva (que es algo más que la mera información) y facilitar el acceso a todas, inclui das las trabajadoras emigrantes sin recursos para pagar una clínica privada.
Las cifras siempre son frías.
Pero cuando significan la muerte de tantas mujeres jóvenes, hielan la sangre.
Tirado da Marie Claire espanhola do mês de Outubro.
por Yolanda Martínez
Más de 20 millones de embarazadas abortan en el mundo de forma clandestina, jugándose la vida.
De hecho, cada 15 minutos mueren dos mujeres en el planeta (casi 200 al día) por interrumpir su embarazo privadas de la asistencia médica necesaria. Muchas de estas muertes ocurren en países donde el aborto está legalmente prohibido o muy limitado. El 39% de la población femenina mundial soporta leyes que le impiden decidir sobre su cuerpo, que es como decir sobre sí mismas.
La experiencia indica, sin embargo, que las restricciones legales no disminuyen el número de abortos. Sólo los convierten en clandestinos y, por lo tanto, en más peligrosos.
América Latina demuestra la relación que existe entre el estatus legal; la interrupción del embarazo y su impacto en la salud y la mortalidad de las mujeres. Los últimos informes señalan que el 95% de los abortos practicados en esa región son ilegales. La cifra de latinoamericanas entre 15 y 49 anos que mueren por un aborto no asistido es la más alta del mundo: 26 por cada 1.000.
Por otra parte, está más que probado que legalizar la interrupción voluntaria del embarazo no incrementa su número.
Ocurre más bien lo contrario. Los porcentajes más bajos de abortos se dan en zonas donde tienen una razonable cobertura legal y las intervenciones las realizan profesionales en condiciones sanitarias apropiadas.
Holanda -que no tiene restricciones abortivas, cuenta con acceso a anticonceptivos y con los servicios públicos necesarios para abortar sin riesgo- tiene la tasa más baja del mundo. Y en EEUU apenas si mueren el 0,6 de cada 100.000 mujeres que abortan.
No obstante, también en los países desarrollados el futuro se ve incierto si las autoridades políticas y religiosas consiguen convertir en ley de obligado cumplimiento sus creencias personales y decidir sobre el cuerpo y la vida reproductiva no sólo de sus seguidoras, sino de todas las ciudadanas.
Aunque no se bautiza a un embrión ni una embarazada paga dos billetes de avión cuando viaja, proliferan grupos poderosos que opinan que un óvulo es un ser humano hecho y derecho desde el momento que es fecundado, así sea del tamaño de una alubia y sin cerebro.
Cada uno es muy libre de opinar lo que quiera, pero no de imponer sus creencias al vecino como si sus dioses y su fe fueran una verdad universal irrefutable.
Es inaceptable que la posición dogmática de la iglesia católica y otras religiones se confunda con la ética y la legalidad.
Si nos atenemos a criterio tan absurdo, acabaremos aceptando de brazos cruzados que cada año
mueran miles de mujeres por negarse a llevar a término un embarazo obligado y parir un hijo que no quieren tener.
Por ello resulta urgente que la ley garantice el respeto al derecho fundamental de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos, promover la educación sexual y reproductiva (que es algo más que la mera información) y facilitar el acceso a todas, inclui das las trabajadoras emigrantes sin recursos para pagar una clínica privada.
Las cifras siempre son frías.
Pero cuando significan la muerte de tantas mujeres jóvenes, hielan la sangre.
Tirado da Marie Claire espanhola do mês de Outubro.
2 Comments:
At 11:40 am, November 09, 2006, mfc said…
Não vi nenhum dos "defensores da vida" insurgir-se contra a recente condenação à morte de Saddam...!
As contradições em que a direita se encerra!
At 6:46 pm, November 12, 2006, = / enzo / = said…
No te voy a decir si estoy a favor o en contra del aborto, pero creo que por el hecho que en Chile se producen 160.000 abortos ilegales y que muchos terminan en la muerte de la madre, es que pienso que hay que hacer algo, legislarlo dentro de ciertos marcos. Bueno en mi blog lo explico mejor. Visítame.
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