Lisboa
Tomás Salas-Lisboa
Ocres tejados, desvahído blanco de los muros,
jaramagos que salen del balcón y de las tejas
sin pudor alguno, con la inocencia de un buen salvaje.
Ninguna cosa oculta aquí su antigüedad,
su noble mugre de aristócrata arruinado
por refinados vicios, que conserva
un oxidado puñal y su apostura de antaño.
Lisboa tiene color de lento atardecer,
de crepúsculo postergado hasta la noche,
de luz tamizada por un amarillento visillo.
Todo aquí es noble, monárquico y antiguo,
distinguido como un viejo monasterio
de una orden casi extinta, todo aquí
tiene un cierto olor a humedad de catedral
o a cuero de viejo incunable.
Ahora sé, en la rua sin salida de esta tarde,
que la vida sólo es una faena bella y melancólica.
Ocres tejados, desvahído blanco de los muros,
jaramagos que salen del balcón y de las tejas
sin pudor alguno, con la inocencia de un buen salvaje.
Ninguna cosa oculta aquí su antigüedad,
su noble mugre de aristócrata arruinado
por refinados vicios, que conserva
un oxidado puñal y su apostura de antaño.
Lisboa tiene color de lento atardecer,
de crepúsculo postergado hasta la noche,
de luz tamizada por un amarillento visillo.
Todo aquí es noble, monárquico y antiguo,
distinguido como un viejo monasterio
de una orden casi extinta, todo aquí
tiene un cierto olor a humedad de catedral
o a cuero de viejo incunable.
Ahora sé, en la rua sin salida de esta tarde,
que la vida sólo es una faena bella y melancólica.
1 Comments:
At 8:52 pm, January 18, 2006, Anonymous said…
Hermoso poema, tiene la luz melancólica de aquella hermosa ciudad que Ulises fundó para Fernando Pesoa.....
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