Final de la jornada
Elías LETELIER-La Sombra de la mujer y el Niño
Sin hallar el preludio del sosiego
mis sienes sudorosas se inclinan
buscando el final de la jornada,
y cansado, como perdido en el contraste,
callo y no te nombro al vacío.
Estoy solo hundiéndome con su gravamen,
con algo que puede volver a mis brazos
y aunque nunca se han ido,
sigo lento, saludando el croquis del día.
Yo quiero que todo mi silencio
vuelva con su torreón de geranios
y nada perturbe la extraña florería
donde especulo con estancia de mis sueños.
Ya pasaron por mi lado
y no deben volver.
¡Ho! ¡Salada cumbre de todo aquello que naufraga!
Es tiempo de que salgas de mi casa
y calma, borrándote, excursiones con la lluvia
el ángulo que dejas en tu hospedaje,
hasta que asciendas a todo lo no concreto,
como una flor que ya murió.
Sin hallar el preludio del sosiego
mis sienes sudorosas se inclinan
buscando el final de la jornada,
y cansado, como perdido en el contraste,
callo y no te nombro al vacío.
Estoy solo hundiéndome con su gravamen,
con algo que puede volver a mis brazos
y aunque nunca se han ido,
sigo lento, saludando el croquis del día.
Yo quiero que todo mi silencio
vuelva con su torreón de geranios
y nada perturbe la extraña florería
donde especulo con estancia de mis sueños.
Ya pasaron por mi lado
y no deben volver.
¡Ho! ¡Salada cumbre de todo aquello que naufraga!
Es tiempo de que salgas de mi casa
y calma, borrándote, excursiones con la lluvia
el ángulo que dejas en tu hospedaje,
hasta que asciendas a todo lo no concreto,
como una flor que ya murió.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home