O beijo
Delfina Acosta-EL BESO
Voy a contarte un cuento que otras saben.
Las menos como tú jamás supieron.
Era un juego de a dos pues se enfrentaban
un rey hermoso y una reina a besos.
Y érase que ella alegre se moría
como última tecla en cada beso.
Y él riendo tomaba con su boca
un poco de su lengua y de su aliento.
Pasó el verano bajo el puente chino,
sopló el otoño y garuó el invierno,
volvió la primavera y se marchó
detrás de un par de niños aquel juego.
Y érase esa mujer que aún lo amaba,
y moría de pena, pero en serio.
Y érase la tristeza en el ciprés
la hora en que llovía en ese reino.
Voy a contarte un cuento que otras saben.
Las menos como tú jamás supieron.
Era un juego de a dos pues se enfrentaban
un rey hermoso y una reina a besos.
Y érase que ella alegre se moría
como última tecla en cada beso.
Y él riendo tomaba con su boca
un poco de su lengua y de su aliento.
Pasó el verano bajo el puente chino,
sopló el otoño y garuó el invierno,
volvió la primavera y se marchó
detrás de un par de niños aquel juego.
Y érase esa mujer que aún lo amaba,
y moría de pena, pero en serio.
Y érase la tristeza en el ciprés
la hora en que llovía en ese reino.
1 Comments:
At 1:08 am, January 18, 2007, Pinkerton said…
Recuerdo los colores de las flores en Funchal, las igrejas blancas y los carros do monte.
Un vino de madeira me hizo perder la cordura y una madeirense me la devolvió, con un beijo y luego una frase: "amanha amanha".
Las historias de Hemingway y la pasión de una mujer de profunda sensualidad enmarcada en las grutas de Sao Vicente.
Me fui llorando como un niño, sólo como cuando llegué pero colmado de vida, lleno de húmeda y volcánica realidad, cansado de ser tan feliz por unos dias y con una orquidea en la memoria.
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